jueves, 4 de diciembre de 2014

El verdadero valor del anillo


Hoy comparto otro cuento que me gusta mucho; es de Bucay, que me encanta y además recuerdo con cariño las veces que lo he compartido con algunos de mis pacientes y sus reacciones. Cómo todos los cuentos, tiene más poder si se usa en el momento en que la persona lo necesita. 

Hace mucho tiempo, un joven discípulo acudió a su maestro en busca de ayuda.

Su gran preocupación era que sentía que no valía para nada y que no hacía nada bien.Quería que los demás le valorasen más.

El maestro sin mirarlo, le replico: “Me encantaría poder ayudarte pero en estos momentos estoy ocupado con mis propios quehaceres. Quizás si me ayudases a solucionarlos podría acabarlos antes y ayudarte”.

El discípulo aceptó a regañadientes ya que de nuevo sintió que sus preocupaciones eran poco valoradas.

El maestro le entregó un anillo que llevaba en el dedo y le dijo: “Coge un caballo y cabalga hasta el mercado más cercano. Necesito que vendas este anillo para pagar una deuda.Y lo más importante es que trates de conseguir la mayor suma posible pero no aceptes menos de una moneda de oro por él”.

Y así el discípulo cabalgó hasta el mercado más cercano para vender el anillo.

Empezó a ofrecer el anillo a diferentes mercaderes que mostraban interés en él hasta que les decía el precio: una moneda de oro.

La mayor parte de los mercaderes se reían al escuchar la suma, salvo uno de ellos que amablemente le indicó que una moneda de oro era muy valiosa para darla a cambio del anillo.

Frustrado y cansado, el discípulo cabalgó de nuevo a casa del maestro sabiendo que no había podido cumplir con el encargo que le había hecho.

“Maestro, no he podido vender tu anillo por una moneda de oro”, le dijo cabizbajo. “Como mucho ofrecían un par de monedas de plata, pero no he podido convencer a nadie sobre el verdadero valor del anillo”.

“Tienes razón en algo”, le contestó el maestro. “Necesitamos conocer el verdadero valor del anillo”. “Coge de nuevo el caballo y ve a visitar al joyero del pueblo. Pregúntale por el verdadero valor del anillo. Y sobre todo no se lo vendas”.

Y así cabalgó de nuevo hasta el joyero del pueblo quien, tras examinar detenidamente el anillo, dictaminó que éste valía ¡58 monedas de oro!.

“¿¿58 monedas de oro??” replicó el joven asombrado.

Y con esa buena noticia cabalgó de nuevo a devolverle el anillo a su maestro.

El maestro, le pidió que se sentase y que escuchase lo que tenía que decirle:

“Tu eres como este anillo: una joya única y valiosa. Y como tal sólo puede evaluarte un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu valor?”

Jorge Bucay


Es una pena ver cómo en líneas generales muchos de nosotros nos hemos dejado evaluar, e incluso hemos permitido que nuestra opinión de nosotros mismos cambiase por lo que otras personas (que además seguramente nos conocen menos que nosotros mismos) dijeran de nosotros. Es una pena que no nos enseñen a querernos y a respetarnos por encima de las opiniones de los demás. 
Generalmente, cuando uso este cuento (que me resulta muy útil sobretodo para adolescentes), aprovecho para ayudar a reflexionar sobre si ellos/as se dejan llevar por las opiniones de los demás, sobre cómo se sienten entonces, y sobre qué otras opciones tienen. Además lo suelo aprovechar cómo entrada al trabajo de la autoestima. 

Anaïs Cerrillo.

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