martes, 15 de julio de 2014

Los cimientos de la inteligencia emocional.

Las emociones son una parte muy importante de nuestra vida, ya que todo lo que vivimos lo vivimos en función de cómo lo sentimos. Aprender a gestionar estas emociones, poder controlar su intensidad, diferenciar y disfrutar de sus matices, etc. se está convirtiendo cada vez más en un punto de interés tanto para gestionar las propias emociones cómo para aquellos interesados en ayudar a otros a gestionar las suyas (padres, madres, cuidadores y docentes).



Podría ocupar multitud de paginas explicando millones de cosas sobre la inteligencia emocional, ya que es uno de los muchos temas que me apasiona, y cuando hay pasión...  Pero en esta entrada intentaré hablar del "núcleo" de los "cimientos".

Estamos biológicamente preparados para procesar la información, no sólo de forma racional, sino también de forma emocional, estructuras cómo la amígdala se encargan de ello; además, la información que procesamos de esta forma tiene un peso especial, ya que se procesa más rápido, se memoriza más fácilmente, etc. (Por ejemplo, nos es más sencillo recordar si algo que nos dijeron nos dio rabia que lo que nos dijeron concretamente). Sin embargo cómo sociedad no le hemos dado la suficiente importancia a las emociones, nos hemos centrado mucho en el procesamiento racional, en la lógica, el orden y la razón, muchas veces pasando por alto el sentimiento. Es más, hasta hace poco, casi toda la formación iba dirigida ha educar en este sentido: hacer procesos lógicos y racionales, sin haber ninguna o casi ninguna alusión a cómo poder aprovechar todo esto que sentimos para estar mejor. Es por eso que durante mucho no se ha enseñado a gestionar las emociones de forma respetuosa; (no quiero que se me entienda mal, si que había "métodos" de control emocional, pero no en su mayoría no eran de gestión, sino de represión o negación: por ejemplo todos conoceremos frases del tipo "No llores"...)  y ahora, qué queremos gestionarlas y que queremos enseñar a gestionarlas, nos falta un poco de información.

Aparte de las estructuras biológicas que sirven de "núcleo". También tiene que haber unos "cimientos", estos cimientos se tienen que ir construyendo, y se construyen socialmente; a través de la educación, en el día a día, en las relaciones con otras personas... Las primeras bases de estos cimientos se sustentan en el reconocimiento y en la asociación de cada emoción con su nombre. 


El reconocimiento es el punto de partida, si no sé lo que me pasa, no podré explicarlo a nadie, y si no lo puedo explicar (para lo cual necesito ponerle un nombre y que los demás reconozcan ese nombre con un significado) no me pueden ayudar a gestionarlo. 

Hay diferentes estrategias que ayudan a facilitar el reconocimiento emocional, así cómo diferentes formas de enseñar los nombres de las emociones y asociarlos; algunas de ellas pueden ser muy lúdicas. Pero para esto hay que tener en cuenta el nivel de desarrollo y las características de cada niño ya que no a todos les vamos a enseñar las mismas cosas ni de la misma manera. 

Generalmente suelo hacer bastantes charlas sobre temas relacionados con la inteligencia emocional, sobre las estrategias para ayudar a desarrollarla, etc. Para poder asistir sólo tenéis que estar atentos a la pestaña de eventos del facebook, en la cual voy añadiendo lo que voy a hacer y los lugares en los que lo hago.

Anaïs Cerrillo.  

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