miércoles, 22 de julio de 2015

Tolerar la frustración

La frustración es algo que nos acompañará durante toda la vida, por mucha suerte que tengamos y muy bien que hagamos las coses, siempre habrá algo que no es tan perfecto cómo esperamos o cómo debería ser. Saber tolerar y sobretodo, saber enfrentarse a la frustración son aprendizajes básicos en nuestra vida, ya que tanto la frustración cómo el éxito son dos factores claves para el desarrollo de la autoestima y dos acompañantes inseparables de nuestra existencia.

Aquí os dejamos algunas recomendaciones del observatorio de la salud y la infancia de Sant Joan de Déu.

Para enseñar al niño a tolerar la frustración, existen consejos útiles que detallamos a continuación:

1. Dar ejemplo. La actitud positiva de los padres a la hora de afrontar las situaciones adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a solventar sus problemas.

2. Educarle en la cultura del esfuerzo. Es importante enseñar al niño que es necesario esforzarse. Así aprenderá que el esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para resolver algunos de sus fracasos.

3. No darle todo hecho. Si se le facilita todo al niño y no se le permite alcanzar sus retos por sí mismo, es difícil que pueda equivocarse y aprender de sus errores para saber cómo enfrentarse al fracaso.

4. No ceder ante sus rabietas. Las situaciones frustrantes derivan, en muchos casos, en rabietas. Si los padres ceden ante ellas, el pequeño aprenderá que esa es la forma más efectiva de resolver los problemas.

5. Marcarle objetivos. Hay que enseñar al niño a tolerar la frustración poniéndole objetivos realistas y razonables, pero sin exigirle que se enfrente a situaciones que, por su edad o madurez, sea incapaz de superar.

6. Convertir la frustración en aprendizaje. Las situaciones problemáticas son una excelente oportunidad para que el niño aprenda cosas nuevas y las retenga. De esta forma, podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse.

7. Enseñarle a ser perseverante. La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si el niño aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.


Ante la frustración, hay que enseñar a los niños formas positivas de hacer frente a estos sentimientos adversos. Para ello, se pueden utilizar distintas estrategias:

· Enseñarle técnicas de relajación. Todos nos enfrentamos a las situaciones adversas de una forma más positiva si estamos relajados. Un buen consejo es enseñar a los pequeños a aumentar su tolerancia a la frustración a través de la relajación del cuerpo.

· Enseñar a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca. Por ejemplo, “Juan está rabioso porque no ha hecho bien esta resta. Inténtalo con otra y tómate más tiempo”.

· Enseñar al niño cuándo debe pedir ayuda. A algunos pequeños les cuesta pedir ayuda, mientras que otros la piden constantemente y de inmediato. Hay que enseñar al niño a intentar encontrar una solución primero. Si se siente frustrado al realizar alguna tarea, debemos intentar enseñarle a evitar la frustración: “¿qué podrías hacer en lugar de enfadarte o abandonar la tarea?”.

· Representar papeles. Se puede jugar con el niño a interpretar una situación frustrante. Por ejemplo, el pequeño tiene que hacer los deberes pero quiere irse a jugar al parque. Primero, el niño interpretará la frustración y luego adoptará el rol opuesto. Se le puede animar a que hable consigo mismo de forma positiva y busque una manera de resolver el problema.

· Reforzar las acciones apropiadas del niño. Es importante elogiarlo cuando retarde su respuesta habitual de ira ante la frustración, y cuando utilice una estrategia adecuada.

· Modificar la tarea. Enseñar al niño una forma alternativa de alcanzar el objetivo.


En resumen, cabe recordar que la frustración forma parte de la vida. Aunque no se puede evitar, se puede aprender a manejarla y superarla, y aumentar de esta forma la tolerancia a la misma. Aprender a tolerar la frustración facilita que nos enfrentemos con éxito a la vida. Por ello, cuanto antes aprendamos, mejor.

Algunos padres desean posponer el aprendizaje de la frustración, puesto que lo consideran doloroso, o al menos, desagradable. Es cierto que la frustración no es aquello que vivimos con mayor maravilla, pero para aprender a manejarla se necesitan muchos intentos, y es por eso que debemos empezar a practicarla pronto, siempre con el apoyo de los papás para que sea una frustración adecuada al nivel de desarrollo y capacidades de cada niño. 



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